domingo, 12 de noviembre de 2017

El mito del calcio: Exceso podría causar osteoporosis

Aunque su ingesta ha sido recomendada por años como necesaria para el organismo y la salud de los huesos, estudios apuntan a que un alto consumo de proteínas de origen animal y calcio serían una mala mezcla.

En un artículo anterior explicamos algunos puntos sobre los cuales se ha puesto en duda el carácter benéfico de la leche para consumo humano: tiene un carácter antigénico que en algunas personas impide la correcta absorción de nutrientes, contribuye a la fatiga crónica y a alteraciones intestinales y también se la ha relacionado con el padecimiento de asma. Pero, tal como mencionamos, los cuestionamientos también se sitúan en el calcio aportado por la leche y sus derivados.

El primero en hacerlo público fue el “American Journal of Clinical Nutrition” cuando en 1983 divulgó un estudio sobre la osteoporosis donde concluyó que los vegetarianos sufrían menos esta enfermedad que los omnívoros. Los investigadores encontraron que hasta la edad de 65 años, las mujeres con una dieta libre de carne y sus derivados tuvieron un 18% de pérdida de hueso, mientras que las omnívoras tuvieron un 35%. En el caso de los hombres las cifras fueron de un 3% y 7%, respectivamente.
Desde entonces los estudios han sido varios. En 1997 el “American Journal of Public Health” publicó un estudio hecho por la Universidad de Harvard durante 12 años a 78 mil mujeres de entre 34 y 59 años.  De acuerdo a la investigación, aquellas que consumieron la mayor cantidad de calcio obtenido de productos lácteos aumentaron significativamente el riesgo de fracturas respecto a aquellas que rara vez consumieron dichos alimentos.
Cuatro años después, el National Institute of Health de la Universidad de California publicó en el “American Journal of Clinical Nutrition” que las mujeres que consumían la mayor parte de sus proteínas de fuentes animales sufrían tres veces más el grado de pérdida ósea y 3.7 veces mayor grado de fracturas de cadera que aquellas que obtenían sus proteínas de otras fuentes.
La Organización Mundial de la Salud también ha dado su postura al respecto. En 2003 publicó un informe titulado “Diet, nutrition and the prevention of chronic diseases” en el que afirmaba que en las regiones con menos incidencia de fracturas se ingería mucho menos calcio y lácteos que en las de mayor incidencia. Asimismo, recomendaba la ingesta mínima de calcio para prevenir la osteoporosis (de tan sólo 400 o 500 miligramos) en el caso de los adultos cuyos países tienen altas tasas de fracturas.
El último estudio se publicó el mes pasado. Fue elaborado por la Universidad de Extremadura (España) que luego de analizar por dos años a 2.200 mujeres de entre 20 y 80 años concluyó que “el riesgo de sufrir osteoporosis es igual de elevado si se ingiere poco calcio o mucho”.
Acidificación en el cuerpo
Todo apunta a que la alta ingesta de proteínas de origen animal y el calcio son una mala mezcla.  Es verdad que los productos lácteos tienen un alto contenido en calcio, pero su contenido en proteínas aumenta el ya alto consumo de proteínas de origen animal, lo que dificulta su absorción.
Dicho de otro modo, la ingesta excesiva de estas proteínas en detrimento de las de origen vegetal (que son las dietas habituales de los países occidentales), tiene efectos contraproducentes para la masa ósea. “El calcio es bueno para el hueso pero si se consume de forma equilibrada con otros nutrientes. Es esencial una relación calcio-proteínas equilibrada, así lo ideal es ingerir 20 miligramos de calcio por cada uno de proteínas y ahora el consumo que nos encontramos es de 12 o 13 de proteína por cada miligramo de calcio debido al exceso de proteínas que ingerimos”, explica Juan Diego Pedrera, uno de los médicos a cargo del estudio de la Universidad de Extremadura.
Ese tipo de alimentación produce una acidosis en el cuerpo, lo que se suma a una baja ingesta de alimentos alcalinizantes (verduras y frutas), necesarios para desacidificar el cuerpo. Así, personas con una alta ingesta de proteínas animales suelen tener la sangre y los tejidos ácidos. Lo que ocurre entonces es inevitable: el cuerpo le roba calcio al hueso, que por ser la reserva alcalina del organismo por excelencia, cede el calcio al resto del cuerpo para compensar la acidificación corporal y equilibrarla.
Al respeto, en mayo de 2009 la revista The American Journal of Clinical Nutrition, publicó un artículo titulado “Should dairy be recommended as part of a healthy vegetarian diet?”, donde explicaba: “Aunque la leche de vaca ha sido recomendada ampliamente en los países occidentales como necesaria para el crecimiento y la salud de los huesos, las evidencias recogidas durante los últimos 20 años demuestran la necesidad de reconsiderar las estrategias para desarrollar y mantener los huesos fuertes. Las tasas de fractura ósea osteoporótica son mayores en los países en los que se consume más lácteos, calcio y proteínas animales. La mayoría de estudios sobre el riesgo de fractura ofrecen pocas evidencias, o ninguna, de que la leche o sus derivados beneficien al hueso(…) Los huesos están mejor cuidados si se presta atención al equilibrio cálcico y los esfuerzos se centran en aumentar la ingesta de frutas y verduras, en limitar la proteína animal, practicar ejercicio con regularidad, tomando la cantidad adecuada de sol (o suplementando con vitamina D) y tomando aproximadamente 500 mg de calcio al día de origen vegetal”.
La forma de saber qué verduras tienen un alto contenido en calcio es fácil. Se obtiene de una manera similar a la que lo hacen las vacas: comiendo hierbas. Las verduras, especialmente las de hojas verdes, son altas en su contenido al igual que el brócoli, el repollo, la coliflor, el perejil, las algas, el sésamo y las almendras.
Francisca Gabler, guía de Vegetarianismo

domingo, 5 de noviembre de 2017

¿Necesitamos realmente los pesticidas?

Libres de Contaminantes Hormonales, Ecologistas en Acción. – Maravilloso y argumentado alegato del Doctor en Ingeniería Agrónoma y Premio FAO 2012, José Esquinas a favor de una agricultura no industrial, que puso el broche final de la jornada de la Semana sin Pesticidas organizada en Madrid por Ecologistas en Acción, Wemove, Fundación Alborada y Fundación Vivosano.
Los 30 años de experiencia en la organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación ocupándose de la “ética de la producción” permiten a Pepe Esquinas una reflexión muy lúcida sobre el actual sistema de producción de alimentos.

¿Se necesita una agricultura industrial dependiente de los pesticidas para alimentar el mundo?

No, según el reciente Informe de la Asamblea General de Derechos Humanos de Naciones Unidas, en donde, según Esquinas, los lobbies de la industria agroalimentaria tienen una presencia menor que en otras áreas de la organización internacional.
Este valiente informe denuncia:
• Que los pesticidas no son imprescindibles
• Que se produce más de lo que necesitamos
• Que la agroecología puede alimentar el mundo
• Que es necesario un tratado internacional vinculante que homogeneice las normas
El sistema agroalimentario actual produce un 60% más de lo que necesita el mundo. Aún así cada día mueren de hambre y malnutrición 40.000 personas.
El problema es de acceso a los alimentos: están pero no llegan a la boca de los que tienen hambre, para eso es necesaria la producción local

No hay una única solución

Aunque acepta que no hay soluciones únicas a nivel mundial, apunta varias claves:
  • La soberanía alimentaria frente a seguridad alimentaria: un país no debe depender del comercio internacional para comprar sus alimentos.
  • Defensa de la agricultura familiar: a la que se debe el 78% de los alimentos que de verdad llegan a la boca.
  • Lucha contra el desperdicio de alimentos: 1300 millones de toneladas (7,7 sólo en España), acaban en el cubo de la basura. Para producirlos, se han utilizado 1400 millones de hectáreasla cuarta parte del total de agua utilizada en la alimentación, 300 millones de barriles de petróleo y más del 18% de GEI. De media, los alimentos de España han recorrido 2500 km.
Estos datos son un crimen contra la humanidad, según Esquinas

El oligopolio de la alimentación industrial

La reciente fusión de grandes corporaciones agroindustriales y el peligroso control internacional que las mismas ejercen sobre las semillas y los agroquímicos, hace más necesario que nunca un tratado internacional que regule y elimine el uso de pesticidas peligrosos y avance hacia métodos agrícolas sostenibles, ecológicos y saludables.
Los tres monstruos surgidos de las fusiones de Bayer-Monsanto, Syngenta-ChemChina y Dow-Dupont controlarán el 70% de las semillas y el 65% de la producción mundial de pesticidas.

Pérdida de biodiversidad

Se ha perdido el 90% de las variedades de los principales cultivos: de las 8.000 a 10.000 especies que ha utilizado desde el inicio de la agricultura, en la actualidad se cultivan comercialmente tan sólo 50, y sólo 4 cultivos contribuyen al 60% de las calorías humanas. Estos datos contribuyen a favorecer el control de los alimentos por parte de las grandes corporaciones.
En España, el siglo pasado el 60% de la población se dedicaba a la agricultura. Hoy, tan sólo el 2.5%. Pero las y los consumidores somos el 100% de la población. Y es a través del consumo como podemos cambiar la sociedad, siendo conscientes de que el consumo no es una acto inocuo, es un acto político.
Consumir bueno, limpio y justo. Además, a ser posible local y estacional. Debemos transformar pacíficamente nuestro carro de la compra en un carro de combate

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